
Mercado Jarrín es un asentamiento humano ubicado en el distrito de Chulucanas, provincia de Morropón en la región Piura, a 1.042 kilómetros del norte de la capital, Lima, que solo tiene agua por las noches, pero la fe discurre como un torrente. Aquí, a … 36 grados de temperatura, sus polvorientas calles arden de júbilo al saber que el sacerdote Robert Prevost Martínez es el nuevo Papa de la Iglesia católica. Una noticia recibida con algarabía, lágrimas y oraciones. Y también aquí reside Mildred Camacho Dioses, la mujer de 29 años por la que hace 28, el ahora Papa León viajó ocho horas desde la ciudad de Trujillo hasta Chulucanas para apadrinarla, y con la que ha hablado ABC.
«Mi padrino es un bendecido, un enviado de Dios. Puedo decir que, con él, los tiempos de Dios son perfectos. Cuando vi que lo eligieron Papa, grité y lloré de emoción», nos dice aún, con la voz temblorosa. Ambos mantienen el contacto a distancia y se vieron por última vez el pasado 10 de agosto de 2024, en el último cumpleaños de Mildred, que lleva este nombre en honor a la madre de Prevost. «Tenme presente en tus oraciones como yo te tengo en las mías», le dijo León XIV ese día, en el que también bendijo a sus dos hijas.
Un vínculo definitivo
La ceremonia, realizada a las cuatro de la tarde de aquel lejano 10 de agosto de 1996, fue especial para la familia Camacho Dioses: la primera y única hija de su matrimonio iniciaría un vínculo definitivo con su querido padre Roberto. Así llamaban al misionero americano al que conocieron en 1985 en la también llamada ‘Ciudad de los ceramistas peruanos’, Chulucanas. Después de bautizar a la niña en la iglesia San José Obrero, llegaron hasta la casa de sus flamantes compadres Héctor Camacho Nima y Roxana Dioses Guerrero para celebrar la reciente incorporación de Mildred a la Iglesia católica.
Prevost repartió unos angelitos hechos en cerámica al frío que lucían un lazo blanco que llevaba impreso los datos del evento. Luego, los padrinos ofrecieron a los invitados un buen plato de pollo al horno con arroz blanco cocido. Para los mortales, los dueños de la casa repartieron cerveza helada ante el calor; para el padrino, la bebida de los dioses peruanos: chicha morada.
«No es destino ni casualidad, Dios ya sabía sus tiempos para él. Me bautizó en el día de mi cumpleaños y fecha en la que se celebraba el aniversario de la Diócesis de Chulucanas», cuenta emocionada Mildred. «Era 1996. Mi hija ya había nacido. Viajé de Chulucanas hasta Trujillo, donde trabajaba el padre Roberto, para pedirle que fuera padrino de mi hija. Le conté que le pondría el nombre de Mildred en honor a su fallecida madre. Me agradeció el gesto y me pidió ver una fecha para coincidir con el bautizo», cuenta Héctor Camacho Nima, un vendedor de pollos conocido en toda la ciudad.
En ese entonces, León XIV era director del Seminario de San Carlos y San Marcelo en la ‘Ciudad de la eterna primavera’, Trujillo, una ciudad ubicada a 482 kilómetros de Chulucanas. Prevost viajó para cumplir con su palabra y la palabra de Dios.

A la derecha ,el padre Prevost ejerciendo como padrino de Mildred el 10 de agosto de 1996
Monaguillo y compadre
La idea de Camacho nació desde que conoció a Prevost en 1985, cuando llegó a Chulucanas para ser misionero y guiar a la iglesia de esta localidad. Su centro de operaciones era la iglesia San José Obrero pero, como buen pastor, llegaba a los lugares más alejados de la ciudad.
«Aquí, en la capilla del centro poblado Cruz Pampa, fue la primera misa que realizó fuera del centro de Chulucanas. Pero también recorrió otras 13 capillas junto al grupo de monaguillos donde estaba yo», recuerda Camacho.
En su juventud el padre de Mildred era parte del cuerpo de jóvenes que ayudaba en el servicio litúrgico. Con el tiempo, la amistad se hizo más fuerte, traspasó calendarios y lugares. Tanto que Prevost le ofrecería trabajo a su compadre que, finalmente, rechazaría.



Arriba, Mildred Camacho con su madiro, su padre y sus dos hijas, este domingo; debajo, su madre con el padre Roberto, repartiendo regalos por la celebración; a la derecha, su padre, en la Capilla del centro poblado rural de Cruz Pampa, una de las primeras en las que el hoy Papa ofició misas en Perú
«Tengo muy bonitos recuerdos con el Papa León: los días en que nos llevaba a los monaguillos a la playa, a bordo de una moderna camioneta 4×4. Él no participaba en los partidos de fútbol, pero nos animaba a hacerlo. Un persona sencilla, humilde, generosa», añade Camacho.
El compadre más famoso de Chulucanas dice sentirse orgulloso y bendecido. Y no es para menos: no todos los días un líder mundial comparte la mesa y la familia.
«Al padre Roberto le gusta manejar coche y lo hace bien. Sé que conducirá muy bien a la iglesia, así como lo hizo en todos los lugares que estuvo»
Héctor Camacho
Antiguo monaguillo de Prevost
«Al padre Roberto le gusta manejar coche y lo hace bien. Sé que conducirá muy bien a la iglesia, así como lo hizo en todos los lugares que estuvo. Espero verlo en algún momento cuando venga a Perú o cuando tenga los pasajes para ir a Roma», dice a renglón seguido. «Eso sí, el día que vuelva a Perú le brindaremos un buen plato de seco de cabrito o le llevaré sus chifles (plátanos verdes fritos cortados finamente) cuando vaya a verlo. Que Dios y él nos bendigan siempre», termina la entrevista Camacho.