
La estrategia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para conseguir una paz rápida en Ucrania se desmorona. Ni rusos ni ucranianos ni los aliados europeos de éstos andan por la labor. A los bombardeos masivos con drones y misiles de los rusos, responden los ucranianos con sus propias oleadas letales, aunque sigan acusando al Kremlin de ser el único que no quiere la paz.
No obstante, es Rusia la que lleva la batuta de la guerra y el armisticio que preconiza Trump sentenciaría sí o sí la derrota ucraniana y eso no lo van a permitir ni Kiev ni sus socios europeos. Salvo que Trump dé un golpe inesperado al tablero geopolítico europeo.
“Esta es la guerra de Zelenski, Putin y Biden, no de Trump”, aseveró frustrado el mandatario estadounidense el pasado domingo, en referencia a los presidentes ucraniano, Volodímir Zelenski, y ruso, Vladímir Putin, y a su antecesor en la Casa Blanca, Joe Biden. El actual jefe de Estado estadounidense se encuentra cada día más incómodo por la falta de resultados de sus presiones para detener la guerra de Ucrania y por el incómodo lugar que ha optado ocupar junto a Putin, sabiendo que éste es quien lleva las riendas del conflicto y quien decide su duración.
La guerra de drones de Putin
La hoja de ruta de Moscú para esta guerra pasa por aumentar sus conquistas en Ucrania y, gracias a ofensivas a gran escala con drones y misiles, debilitar la defensa antiaérea ucraniana y así desmoralizar a la población civil. Occidente no está suministrando suficiente munición y misiles para los sistemas antiaéreos ucranianos y esta situación es aprovechada por Rusia y su estrategia destinada a debilitar si cabe más ese escudo misilístico de Ucrania mediante los drones rusos de última generación, perfeccionados gracias al conflicto.
Este domingo, el día en que se completó el canje de 2.000 prisioneros rusos y ucranianos (el mayor desde que comenzó la guerra el 24 de febrero de 2022), una oleada de 298 drones y 69 misiles rusos golpeó una treintena de localidades ucranianas. El lunes, la lluvia de drones fue mayor: otros 350, acompañados de nueve misiles, golpearon objetivos ucranianos en la madrugada.
En menos de tres días, Rusia ha lanzado más de 900 drones y 92 misiles balísticos y de crucero contra blancos militares y civiles en Ucrania, en su mayor ataque aéreo desde que comenzó la guerra. Además de augurar una inminente ofensiva rusa a gran escala para los próximos meses y evidenciar esos fallos de la defensa antiaérea ucraniana, este bombardeo masivo es una llamada de atención de Putin a Trump para demostrarle que la paz en Ucrania solo se va a conseguir bajo sus condiciones.
El Kremlin lanza el mensaje de que habrá guerra en tanto Rusia quiera que haya guerra. La voluntad que tenía Trump para concluir el conflicto rápidamente (primero se daba 24 horas para conseguir la paz y después 100 días para acometer ese objetivo) se ha diluido, como empiezan a peligrar los planes estadounidenses para la explotación y comercialización de los recursos minerales ucranianos, que habrán de retrasarse mucho más de lo pensado si la guerra se eterniza.
La Casa Blanca está muy nerviosa también porque no quiere verse en la tesitura de bendecir una victoria contundente del Kremlin y al tiempo ser responsable de esa derrota total ucraniana. Por eso, Trump montó en cólera en la tarde de este domingo tras conocerse el bombardeo ruso de ese día y la matanza de al menos 12 ucranianos en el curso del ataque.
El loco de Putin
Más aún cuando, hace poco más de una semana, el 16 de mayo, Trump alababa a los rusos tras su conversación telefónica ese día con Putin, e incluso hablaba de una pronta tregua: “Rusia y Ucrania comenzarán inmediatamente unas negociaciones para alcanzar un alto el fuego y, más importante, para poner fin a la guerra”.
No fue así; se redoblaron los ataques aéreos rusos, respondidos por nuevas lluvias de drones ucranianos. Este domingo, finalmente Trump dejó atrás toda contención y calificó a Putin como un demente, empeñado en matar a ucranianos.
“Siempre he tenido una muy buena relación con Vladímir Putin de Rusia, pero algo le ha pasado. ¡Se ha vuelto completamente loco! Está matando a mucha gente innecesariamente y no me refiero solo a soldados”, afirmó Trump en Truth Social.
El presidente estadounidense también recurrió a la amenaza: si Putin persiste en sus planes de apodarse de “toda Ucrania, no solo una parte”, que, según Trump, es su finalidad con esta guerra, entonces tal situación “llevará a la caída de Rusia”. Se supone que orquestada por la Casa Blanca, el Pentágono y Langley.
En otra advertencia, Trump de nuevo esgrimió el tema de las sanciones a Rusia para doblegar al Kremlin a aceptar una tregua en Ucrania. Cuando le preguntaron si estaba en sus planes imponer nuevas sanciones a Moscú, el presidente estadounidense fue contundente: “Absolutamente”.
Bien es cierto que las sanciones impuestas por los propios EEUU, Gran Bretaña y la Unión Europea no han servido mucho para presionar al Kremlin, que ha declarado la economía de guerra en Rusia y ha evadido los efectos negativos de ese castigo aumentando sus relaciones económicas con países como India o, sobre todo, China.
La “sobrecarga emocional” de Trump
La respuesta del Kremlin a los epítetos lanzados por Trump contra Putin ha sido muy moderada, diplomática, pero, a la vez, cargada de sarcasmo. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, subrayó el importante esfuerzo de EEUU para iniciar el proceso de negociación sobre Ucrania, manifestó el agradecimiento de Rusia a Trump por tal ayuda, pero mostró la comprensión de Moscú con la “sobrecarga emocional de todos los involucrados” y sus “reacciones emocionales”, sin duda, en referencia a las afirmaciones del presidente estadounidense.
Peskov se refirió a las condenas por los recientes ataques rusos con drones contra Ucrania y afirmó que Kiev estaba haciendo lo mismo con Rusia. Según el portavoz del Kremlin, el ejército ruso interceptó 96 drones ucranianos en la última noche, lanzados contra 12 regiones de la Federación Rusa, seis de ellos contra Moscú.
También acusó al ejército ucraniano de golpear la “infraestructura social” rusa, de ahí las “represalias” adoptadas por las fuerzas rusas, pero siempre, incidió, “contra instalaciones y objetivos militares”.
La impunidad rusa
En contraste, Zelenski ha criticado este lunes la impunidad de Rusia al lanzar ataques como los de esta jornada y los del fin de semana, bien sabedora de que las sanciones hacen poca mella en su economía y, menos aún, en el rumbo de la guerra. Por eso, el presidente ucraniano ha reclamado más presión sobre Moscú, especialmente mediante el uso de la fuerza.
“Solo una sensación de total impunidad puede permitir a Rusia llevar a cabo tales ataques y seguir aumentando su escala. No hay una lógica militar real en esto, pero sí un importante significado político. Con ello, Putin demuestra cuánto desprecia al mundo, ese mundo que dedica más esfuerzos al diálogo con él que a la presión real”, ha destacado Zelenski en un comunicado.
Y ha añadido: “Solo mediante la fuerza —la fuerza de Estados Unidos, de Europa, de todas las naciones que valoran la vida— se pueden detener estos ataques y lograr una paz verdadera”.
La desconfianza de Trump en Zelenski
A Trump no le acaban de gustar las grandilocuencias de Zelenski, a quien tiene una especial inquina, tal y como ha demostrado en numerosas ocasiones y a pesar de que no ha rehuido encontrarse con él en foros o eventos internacionales, como en el reciente sepelio del papa Francisco en el Vaticano.
En el mismo mensaje en el que llamaba loco a Putin, Trump criticó la retórica de Zelenski y afirmó que el líder ucraniano “no le hace ningún favor a su país hablando como lo hace. Todo lo que dice causa problemas; no me gusta, y más vale que pare”. Se refería Trump a las recientes declaraciones de Zelenski en su canal de Telegram en las que señalaba que “el silencio de EEUU y el silencio de otros en el mundo solo sirve para envalentonar a Putin”.
El problema más urgente para Zelenski no está en las críticas que recibe de Trump, sino en la ascendencia que EEUU pueda tener en un futuro para empujar a los países europeos a reconsiderar su relación con Ucrania y cuestionarse si están dispuestos a aguantar una guerra larga.
El canciller alemán, Friedrich Merz, ha reconocido este lunes que Putin “considera las protestas de diálogo como una debilidad”. Es por eso, subrayó, que “debemos prepararnos para que esta guerra dure más de lo que deseamos o podemos imaginar”.
¿Zelenski ninguneado en la próxima cumbre de la OTAN?
En ese panorama, en el que en cualquier momento podría haber un realineamiento en Occidente impulsado por Trump para obligar un alto el fuego a cualquier precio, Zelenski ha recibido un serio aviso en torno al papel que habrá de jugar en la próxima cumbre de la OTAN en La Haya, a fines de junio.
La reunión plenaria solo prevé incluir a los jefes de Estado y Gobierno de los 32 miembros de la Alianza y esta vez, al contrario que en ocasiones recientes desde que empezó la guerra, Zelenski no está invitado.
Esta exclusión no solo puede afectar al ego del presidente ucraniano, invitado a todos los encuentros occidentales desde que empezó la guerra. Es un recordatorio de que la OTAN ha rechazado la adhesión de Ucrania por exigencia expresa del propio Trump.
Por eso, la organización de esta cumbre por el ministro neerlandés de Defensa, Ruben Brekelmans, intenta hacer encaje de bolillos para no dejar a Ucrania totalmente fuera de juego. “Estamos viendo cómo darle un buen lugar en el programa a Zelenski y a otros ucranianos”, dijo Brekelmans.
Ese lugar no estará en la reunión plenaria, al contrario de lo que pasó el año pasado en Washington. Según Brekelmans, es EEUU quien ha puesto todas las objeciones para que el líder ucraniano se sume a la sesión principal. Trump quiere dejar claro que Zelenski no es “uno de los nuestros” y, como señaló este domingo, puede ser más perjudicial que beneficiosa esa presencia en la cumbre de la OTAN de La Haya ante la perspectiva de unas eventuales negociaciones directas con Rusia.